martes, 4 de mayo de 2010

Encuentro de Salvador Dalí con Sigmund Freud




Salvador Dalí, estuvo interesado en el psicoanálisis, tal es así que elaboró un escrito sobre la paranoia, relacionándolo con la creación artística, tuvo la oportunidad de encontrarse con Sigmund Freud, creador del psicoanáisis, y también con Jacques Lacan. Quiero compartir ahora el relato de Dalí de su encuentro con Freud.
Señor Salvador Dalí, ¿podría relatarnos cómo fué su encuentro con Sigmund Freud?.

Salvador Dalí: "Mis tres viajes a Viena fueron exactamente como tres gotas de agua ,faltas de reflejos que las hicieran brillar. En cada uno de estos tres viajes hice exactamente lo mismo: en la mañana iba a ver el Vermeer de la colección Czernin, y en la tarde, no iba a visitar a Freud, porque invariablemente decíanme que estaba fuera de la ciudad por motivos de salud.


Recuerdo con dulce melancolía haber pasado esas tardes vagando al azar por las calles de la antigua capital de Austria. La tarta de chocolate, que comía precipitadamente en los breves intervalos de mis idas de uno a otro anticuario, tenían un sabor levemente amargo, producido por las antigüedades que veía y acentuado por la burla de una entrevista que no ocurría. Al anochecer mantenía largas y cabales conversaciones imaginarias con Freud; hasta me acompañó una vez y permaneció conmigo la noche entera pegado a las cortinas de mi pieza del Hotel Sacher.


Varios años después de mi último intento ineficaz de verme con Freud, hice una excursión gastronómica por la región de Sens, en Francia. Empezamos la comida con caracoles, uno de mis platos favoritos.La conversación recayó en Edgar Allan Poe, magnifico tema para acompañar el paladeo de los caracoles, y se ocupó especialmente de un libro, recién publicado, de la princesa de Grecia, Marie Bonaparte, que es un estudio psicoanalítico de Poe. De pronto ví una fotografía del profesor Freud en la primera página de un periódico que alguien estaba leyendo junto a mí. Inmediatamente me hice traer un ejemplar y leí que el desterrado Freud acababa de llegar a París. No nos habíamos repuesto del efecto de esta noticia cuando lancé un grito. ¡En aquel mismo instante había descubierto el secreto morfológico de Freud! ¡El cráneo de Freud es un caracol!. Su cerebro tiene la forma de una espiral-¡Que hay que sacar con una aguja!. Este descubrimiento influyó mucho en el dibujo de su retrato que hice más adelante del natural, un año antes de su muerte.


El cráneo de Rafael es exactamente lo opuesto del de Freud, es octogonal cómo una gema labrada y su cerebro es como las vetas de la piedra. El cráneo de Leonardo es como una de esas nueces que se cascan: es decir, se parece más a un verdadero cerebro.


Debía verme con Freud, finalmente, en Londres. Me acompañaban el escritor Stefan Zweig y el poeta Edward james. Mientrás cruzaba el patio del anciano profesor ví una bicicleta apoyada en la pared y sobre la silla, atada con un cordel, había una roja bolsa de goma, de las que se llenan de agua caliente, que parecía llena, y sobre la bolsa; se paseaba un caracol!.La presencia de este surtido parecía extraña e inexpicable en el patio de la casa de Freud.


Contrariamente a mis esperanzas, hablamos poco, pero nos devorábamos mutuamente con la vista, Freud sabía poco de mí, fuera de mi pintura, que admiraba, pero de pronto sentí el antojo de aparecer a sus ojos como una especie de dandy del "intelectualismo universal". Supe más adelante que el efecto producido fué exactamente lo contrario.


Antes de partir quería darle una revista donde figuraba un artículo mío sobre la paranoia. Abrí, pues, la revista, en la página de mi texto, y le rogué que lo leyera si tenía tiempo para ello. Freud continuó mirándome fijamente sin prestar la menor atención a mi revista, tratando de interesarle, expliquéle que no se trataba de una diversión surrealista, sino que era realmente un artículo ambiciosamente científico y repetí el título, señalándolo al mismo tiempo con el dedo. Ante su imperturbable indiferencia, mi voz se hizo involuntariamente más aguda y más insistente. Entonces, sin dejar de mirarme con una fijeza en que parecía convergir su ser entero, Freud exclamó dirigiéndose a Stefan Zweig: "Nunca ví ejemplo más completo de español. ¡Qué fanático!"